UNA CARTA DE AMOR Y DESPEDIDA...
Agosto
de 1894.
Querido Edward:
Espero
que la llegada de esta carta a tus manos sea en un buen momento para ti. Deseo
que goces de buena salud y que estés feliz.
¡Te echo tanto
de menos!
Hace
dos meses que te fuiste. Siento un vacío en mi corazón que solo tú puedes
llenar. Sabes que eres mi vida y mi alegría, en lo primero que pienso al
despertar y lo último que recuerdo al acostarme.
Me
consuelo recordando los largos paseos que dábamos por el parque ¿Te acuerdas?
Me ruborizo al evocar el primer beso que me diste ¡Fue tan bonito! Después me
dijiste que me amabas. ¡Oh! Edward, fue el día más feliz de mi vida.
Cuando regreses será invierno. Llegará la Navidad, nevará y
todo quedará blanco. Esos días son tristes para mí, sobre todo sin ti.
Hoy hace mucho calor, me siento como afiebrada. La
semana pasada tuve que visitar al médico. Pues me sentía un poco débil y
mareada; me ha practicado unas pruebas de sangre, cree que puede ser anemia,
pero yo creo que es melancolía. Tú, no estés triste, necesito que me escribas,
cuéntame cosas divertidas, que me contagien tu alegría. Intentaré responderte
igual.
Edward,
mi amor, sabes que te quiero y que no me gusta ocultarte nada, pues luego te
enfadas y eso me apena. Así es que, no voy a disfrazar mis palabras.
Lamento
decirte que este invierno será más largo y más frío. No es esa mi intención,
pues daría mi vida porque fuese diferente, aunque en estos momentos no tenga
mucho valor, ya que esta enfermedad que padezco quiere acabar con ella.
El
doctor dice que se llama Cáncer, que está en mi sangre y no tiene cura.
Siento
darte esta noticia por carta. Es mejor así, pues cuando vuelvas no podré
recibirte, quizá, ya no esté.
Me
consuela pensar que tú no sufrirás los peores momentos de esta enfermedad.
Doy
gracias al cielo porque estás muy lejos.
Pero no te aflijas corazón mío. Voy a luchar con todas mis fuerzas
contra este Cáncer, al que llaman Leucemia. Malvada dama, que campea a sus
anchas por mis venas. No pierdo la esperanza, aunque sé, quien ganará la
batalla.
Mi
amado Edward. Cuando regreses, quiero que rehagas tu vida, quiero que seas
feliz por mí, que vivas por mí.
Va a ser
difícil para ti, pues sé cuánto me amas, me lo dices tantas veces. No sabes
cuánto te amo. No sabes cuánto amor me llevo.
Serás
mi último pensamiento, el más querido y deseado, el más sincero.
Recibe
un beso y un abrazo de tu amada que siempre te querrá, y que tú, nunca olvidarás.
Con todo mi amor.
Siempre
tuya.
Isabella.
Comentarios
Publicar un comentario